jueves, 11 de abril de 2013

Otra vez.

Me hallo tumbado en el suelo, otra vez. Me planteo si realmente vale la pena intentar levantarme una y otra vez si no dejo de caer y de ser pisoteado infinitas veces. Tengo frío y estoy cansado, otra vez. ¿Realmente tengo que pasar por esto? ¿Realmente me lo merezco? Son preguntas que prefiero no responderme.
Todas las rosas que cubrían el camino se marchitaron y sólo dejaron las espinas. Siempre que intento avanzar, retrocedo. Siempre que intento volar, caigo. Si veo una señal... Desaparece.

Estoy solo, completamente solo. Ya no hay camino, sólo estoy en una superficie sin color rodeado de espinas de rosas marchitadas. Vacío. Un vacío frío y desmoralizador. El aire que respiro está contaminado de pesimismo, es por eso que cada vez que respiro no puedo evitar soltar una lágrima.

No llueve, tampoco hay sol. No hay nada. Debo acostumbrarme a esto. Dejar de creer en falsas esperanzas, o acabarán convirtiéndose en falsas ilusiones, después en sueños, que pasarán a ser sueños rotos y pesadillas. 
No puedo confiar en que encontraré a alguien que me lleve, pues nadie vendría hasta aquí para buscarme.
Me cansé de esperar, me cansé de buscar, me cansé de todo. Estoy cansado de verme rodeado de espinas. Cansado de ese mundo en el que estaba rodeado de personas que sólo venían a mí para llevarse una pieza de mi puzzle y no volver jamás. Por su culpa, yo estoy incompleto. Por su culpa, yo estoy aquí tumbado. Otra vez.