Quién pudiera ser brisa y acariciar tu rostro y tu cabello todas las mañanas.
Quién pudiera ser frío hielo y derretirse por el calor de tus labios y una vez vuelto agua, ser bebido para recorrer todo tu cuerpo hasta caer en lo más profundo de ti.
Quizás una parte de mí pudiera evaporarse y convertirse en una leve neblina que te cuide en las noches más húmedas.
Quién pudiera ser tus sábanas y arroparte cada noche y esperar cada mañana a tu regreso.
Quién pudiera ser el aire que respiras y que tu existencia no sea sin mí.
Quién pudiera ser la lluvia que cala en tus huesos y penetrar en tu alma por la nostalgia de esas mañanas en las que la escarcha cubrían tus pestañas y tu brazo se volvía de color escarlata.
Ah, quién pudiera siquiera aproximarse a ti tanto como para escuchar tu respiración y los latidos de un corazón que siguiera funcionando gracias a mí.
Quién pudiera.
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