jueves, 1 de diciembre de 2011

Y no le da vergüenza...

Y no le da vergüenza sentirse superior a los demás cuando en realidad es lo más inferior que puede existir detrás de aquella gente que no llega a ser persona.
Y no le da vergüenza hacer daño por hacer, o sólo para sentirse importante.
Y no le da vergüenza humilllar a los demás para ser así el centro de atención. Siquiera cuando las personas a las que ha humillado, alguna vez y antes de esto le habían respetado.
No le da vergüenza haberse convertido con el paso del tiempo en algo en lo que no quería convertirse, algo que él mismo despreciaba.
No le da vergüenza, porque una vez que se ha llegado a un extremo, ya no se puede volver atrás.
No, no le da vergüenza.

martes, 29 de noviembre de 2011

Perdido.

No sé como ni cuándo he llegado hasta aquí, más, no sé exáctamente dónde estoy, lo único que sé es que me he perdido.
Parece que soy la única eistencia aquí, este lugar tiene pinta de no haber sido pisado por un ser al menos humano en toda su existencia.


Camino hasta la orilla del oscuro mar, en el que una luna que parece irradiar luz propia, es la única luz que pobla el lugar, creando una puesta de sol sin sol, sino con luna.


Un cielo cubierto de oscuras nubes que tapan parte de la extraña y enorme luna, y un mar oscuro que delimita la orilla de una playa gris, en el que la arena no se pega al cuerpo, sino que se desliza hasta reunirse de nuevo con la demás arena.
Si me doy la vuelta, veo tras de mí un bosque de rocas espinosas, y a los lados una pared de rocas, por la que no se puede trepar por ser demasiado liso y fuerte como para clavar algo, siquiera se vé que hay al otro lado.
Si intento retroceder hacia el bbosque de espinas, moriré desangrado a causa de los profundos cortes que me podría hacer.
Si me quedo aquí, posiblemente muera de hambre, y si intento atravesar el mar, me ahogaré.


Haga lo que haga moriré. No tiene sentido escapar de la muerte, así que no intentaré atravesar la pared rocosa. No tiene sentido volver atrás, pues no sé si fue por este camino por el que llegué hasta aquí. Tampoco tiene sentido morir agonizando con la esperanza y con el esfuerzo de seguir vivo si atravieso el mar.
Sólo puedo quedarme a esperar que venga la muerte hasta mí, observando una puesta de luna sobre un mar de sangre.
Me acabaré muriendo de hambre, y sufriré más aún de forma prolongada, he encontrado otra forma de no sufrir.
Hay una espina en el suelo, clavada en la arena, sobresaliendo del suelo gris. Yo traeré hasta mí la muerte, no la voy a esperar.
El corte que me acabo de hacer ha hecho que la estabilidad entre la vida y la muerte hayan ambiado. Estoy tumbado sobre la arena gris, observando una puesta de luna que no tiene fin. Ha comenzado a llover.


Tengo frío.

lunes, 28 de noviembre de 2011

El Ser Que Más Me Odia

Yo era feliz, y de hecho, creo que aún lo soy, tengo razones para serlo, y para seguir siéndolo.
No obstante, hace poco, mi felicidad se redujo por culpa de un ser irracional, inmundo, sin sentimiento alguno de culpa; un ser que, haga lo que haga, pase lo que pase, no hace más que intentar romper mi felicidad, mi razón de existencia.
Este ser se interpone día a día entre mi felicidad y yo, pero esta vez ha estado a punto de conseguirlo.
No entiendo muy bien por qué, pero este ser que al parecer no merece la existencia, sigue aún molestándome. No entiendo por qué este ser, que todo destruye, no destruyo lo que es suyo, sus razones de existencia, su felicidad. No entiendo por qué aún existen seres como este en el mundo.
Es un experto del dolor, lo transmite a todas las personas a las que quiere hacer daño, y la felicidad que tenían la transforma en una depresión que extingue el sentimiento.
Este ser, que sólo trae problemas, hagas lo que hagas, siempre estará ahí para hacerte la vida amarga, depresiva e imposible. Es el ser que consigue hacer de la vida un infierno y de la muerte la liberación.
Este ser, si algún día lee esto, seguramente adivinará que se trata de él. Es por esto que le pido por favor y educadamente que deje de interponerse entre mi felicidad y yo, por que quiero seguir siendo feliz, con la felicidad que tengo ahora. De lo contrario, sentirá lo que yo he sentido todos los días al verte, y al sufrir tus dolorosos ataques. Debes saber que vas a ser tratado al igual que tratas a los demás, y que todo esto es cierto. Por favor, plantéate tu dolorosa existencia.
Gracias por leer.

jueves, 6 de octubre de 2011

Queridos papá y mamá...

Queridos papá y mamá:


Soy yo, soy vuestro hijo, ése ser al que creásteis, ese ser a quien le distéis vida sin siquiera haberos planteado si era lo más correcto para él. Ese ser que, a pesar de todo lo que dice, vosotros no escucháis y tomáis sus decisiones según vuestros ideales, sin importar que eso le moleste o no.


Os quiero decir que, cuando tenía seis años, os apreciaba de verdad, y no me iba a separar de vosotros pasara lo que pasara. A punto de cumplir mis ocho años trajísteis al mundo a un ser como yo, y le prestábais más atención que a mí. Comprendí que él requería esa atención, y por esta razón os seguía queriendo. Dejé de hacerlo cuando mi vida cambió, y aprendí a pensar por mí mismo y a seguir mis ideales tomando mis propias decisiones.
Vosotros seguís realizando acciones pese a que yo no esté de acuerdo, y tenéis una opinión irreal a cerca de mí. Yo no soy como creéis que soy.
Dije que me quería dejar el pelo largo, llevar piercings, maquillarme, cantar Deathcore, y me llamásteis loco, os reísteis, y me distéis la espalda.
Me habéis insultado, pegado, rechazado, y puesto unas limitaciones incoherentes antiéticas. Me habéis prohibido todo lo que quiero, y por esta razón, he de deciros, que ya no os quiero como antes.
He de deciros de nuevo, que no sabéis como soy yo realmente, igualmente, yo no tengo el valor suficiente para decíroslo abiértamente, y aún así, no serviría de nada explicároslo.


Si no incumplo las normas que me habéis acometido, difícilmente podré ser persona.
Si no hablo con los desconocidos, no conoceré personas nuevas.
Si no pienso por mí mismo, no tendré personalidad.
Si tengo que hacer lo que otros hacen, seré uno más de ellos, y quiero ser diferente.
Papá, Mamá... Vosotros pensáis que lo correcto es, si creo en la existencia de algo, apoyar a ese algo. Pues bien, si yo no apoyo a ese algo que vosotros decís que debo apoyar, no lo haré, digáis lo que digáis.
Si decís que un partido político es "el que vale" y me obligáis a pensar eso, yo os diré que estáis equivocados, pues yo no apoyo ningún partido político en concreto, y tampoco creo que la crisis española sea culpa de nuestro actual presidente.
Si me decís que me acueste me levantaré, y si me decís que no lo haga, pensaré lo más correcto y si lo más correcto para mí es hacerlo, lo haré.
Sí, podéis limitarme ahora, pero os va a costar mucho más trabajo, pues ya no hay tantas formas de limitar a un chico de mi edad como antes. Es más, dentro dos años, no sabréis nada de mí, me voy a ir lejos, tan lejos, que no podré ir a veros hasta el día de vuestra muerte. Que así sea.
No os odio, no os tengo rencor... Tampoco os tengo amor ya.
El niño pequeño que antes era ya no existe, ha cambiado, las personas crecen y cambian a medida que pasa el tiempo, es algo que debéis admitir.
Solo espero que, cuando me vaya, leáis esto, y sepáis lo que de verdad significáis para mí. Una carga.

martes, 20 de septiembre de 2011

Carta a mi Corazón

Querido Corazón, soy yo, soy a quien permites seguir viviendo en este mundo, un mundo de mentiras, odio, rencor, miedo, violencia... Soy aquél que sin tí, no podría seguir viviendo.
Debes saber ya tan bien como yo, que no soy tu dueño, pues tú siempre has querido hacer lo que te ha parecido. Me obligas a vivir pese a que yo no quiera, me obligas a ser alguien que yo no quiero ser, me obligas a sentir emociones que tampoco quiero, y me has hecho perder todo sentimiento ajeno a los que tú me obligas a tener.
He de decirte que, pese a que tú me has obligado a cosas que yo no quería, la inmesa mayoría, ahora he aprendido a convivir con casi todas ellas, pronto conviviré con todas, hay que tener paciencia.
He de decirte que, he encontrado algo con lo que puedo reemplazarte, no totalmente, pero sí parcialmente.
He de decirte que, si no fuese por tí, yo no habría sentido jamás el sentimiento de tristeza, abandono, odio, rabia, o miedo. Pero tampoco habría llegado a sentar lo que siento ahora por una persona, una persona muy importante. Son tantas las emociones que siento por ella, que tú no puedes hacer nada para remediarlo.
He de decir que es demasiado tarde, y he de decir que estás acabado, y que te odio, te odio tanto, que me gustaría poder sacarte de mi cuerpo para siempre, y poder vivir sin tí, pues no me haces falta más que para bombear la sangre que corre por mis frágiles venas.
Hay tantas cosas que he de decirte, tantas cosas que explicar... Tantos sentimientos.
Los sentimientos no se explican, se sienten, y por ello en éste texto no puedo dejar por escrito todo lo que siento ahora mismo, por que es imposible, no por que yo no quiera, ni por que tú no quieras, es más, de no ser por tí, yo no habría escrito esto, y probablemente, nunca habría creado éste Blog, éste lugar, éste sitio web, éste texto, nada de aquí existiría.
Realmente, debo decirte gracias, pues de no ser por tí, yo no sería feliz. 
Debería hecharte también la culpa, pues de no ser por tí ahora no sería quien soy, alguien a quien aborrezco, la persona que soy ahora, hoy en día, casi a Miércoles 21 de Septiembre de 2011, odio al "Yo" que has creado, pero como no tengo más remedio que convivir con ésto, conviviré por mucho peso que ésto me conlleve.
Debo terminar ésta carta llena de sentimientos con explicaciones ilógicas, explicaciones que cuando lo vuelva a leer, no entenderé, explicaciones que nisiquiera el filósofo más experto podría comprender, diciéndote algo que te parece ridículo, voy a pedirte perdón.
Perdón por todas esas heridas que te he hecho a lo largo de mi vida, todas esas heridas mortales que han hecho una cicatriz que hasta el día de hoy siguen doliendo, por todas aquellas veces que, te hice llorar y lamentarte la existencia.
Perdóname por dejarte tan invulnerable, desprotejido... Pues de no ser por ello, tú no tendrías siquiera que haberme hecho sentir todos esos sentimientos de los que te he culpado anteriormente.
Por todas veces que te he hecho daño por que yo he querido, sin que tú pudieras hacer nada.
Perdóname; puedes odiarme, puedes destrozarme, impedir que la sangre siga su cauce, hacerme el daño que quieras, puedes hacer lo que quieras, pero por favor te pido, que sigas dejando todos los sentimientos que tengo hasta ahora. Pues sin ellos, una parte de mí se habría ido, y yo dejaría de ser yo mismo.
Es cierto, nisiquiera yo mismo me conozco bien del todo, pero estoy convencido de que si mis sentimientos desaparecerian, nisiquiera yo me apreciaría algo. Ya a penas me aprecio, pero aún siento algo de afecto hacia mi persona, y ese algo no quiero que desaparezca, podría hacer daño a muchos más corazones que a tí, y éso no me gusta.
Para terminar, he de decirte, que he hecho esta carta, para desahogarme, pues no quería irme a dormir con la inseguridad de poder sentirme mejor o peor al levantarme, ahora que estoy desahogado, sólo me queda llorar. Te voy a pedir el último favor; por favor, aunque sea doloroso para ambos, hazme llorar, hazme llorar como nunca he llorado, sólo así podré librarme de todo sentimiento de tristeza que hay dentro de mí, si haces esto seré más feliz. Aunque sea sólo por un pequeño tiempo, me ayudarás algo, y es importante.
Espero que recuerdes todo lo que siento ahora, para poder entenderme mejor mañana.
Buenas noches.

sábado, 23 de julio de 2011

El Interior de un Corazón Desolado

Y allí me hallaba, una pequeña habitación sin puertas, sin muebles, fría, y totalmente a oscuras, sin más que una ventana con cortinas negras, que no dejaba pasar la luz de fuera. Un reloj de arena suspendido en el aire se estaba vaciando lentamente, tan lento, que apenas se vaciaba por muchas horas que pasasen.
Me encontraba totalmente solo, no había nadie allí. Lo único que podía hacer era ver el exterior, así que me dispuse a dirigirme a la ventana para ver qué había en el exterior. No había nadie, sólo un camino que daba a un precipicio sin final, a un abismo que, seguramente, haría que el olvido se adueñara de la persona que pudiese caer. Me separé de la ventana y dejé que un poco de luz entrase. 
Ésa luz era mi única compañía, cálida y blanca, me permitía ver qué había a mi alrededor. No había nada, no era más que una simple habitación cuadrada pintada de negro. 
Puse más atención a los sonidos que envolvían aquél lugar, puse uno de mis oídos pegado a la pared, para ver qué se escuchaba. Se oían personas llorando, lamentándose, personas tristes y solas, sin más compañía que su soledad, así era yo, hasta que esta luz entró en mi habitación y me dió una nueva compañía.
Me encontraba bien, pero algo me faltaba aún, ¿Qué era? Era todo lo que yo necesitaba, un lugar donde estar, pues yo no tenía hambre, y tampoco sentía frío cuando ésa luz estaba conmigo.
Cuando caía la noche, la luz se iba, y yo volvía a tener frío, y me volvía a encontrar solo. No quería irme de allí, pues me encontraba seguro donde estaba, no podía salir, no ahora. Esperaba con impaciencia, sin dormir, a que mi luz volviese, la noche se me hacía eterna, habían más horas de oscuridad que de luz en aquél lugar, y si las nubes se interponían entre mi luz y yo empezaba a llover, y yo sentía mucha pena por estar solo, dentro de mi corazón llovía también, no podía aguantar estar allí, pero tampoco podía salir, pues nisiquiera había una salida. Esperando mi luz, me quedé dormido.


Desperté, y ya era de día,no se oían los llantos ni los lamentos de las demás personas que estaban en otras habitaciones como la mía, y mi luz estaba ya conmigo. ¡Bien! Pensé, ya tenía lo que quería, nada podía estropearlo. ¿Nada podía? No, nada podía. Pero la luz empezó a brillar muy fuerte, y quemaba, me hacía daño, me aparté de ella, pero hacía calor, ya no la quería conmigo, no me gustaba. Por alguna extraña razón ahora me hacía daño, y no podía evitarlo. Cada vez crecía más y más, y mi dolor aumentaba, empezó a llover, pero la luz seguía allí, aumentando mi dolor y mi sufrimiento. Yo quería que se fuese, "¡Vete!" Grité. Pero no se iba.
Acorralado en el único rincón sin luz de la habitación, lloraba, la luz que tanta felicidad me había dado, ahora sólo me hacía daño, quería que se fuese, no podía soportarlo. Había una hoja de cuchillo a mi lado, en el suelo, donde estaba sentado. Se me ocurrió una manera más fácil de escapar. Si moría, no tendría que soportar la luz nunca más, pues quedaría sumergido en la oscuridad por siempre.
Antes de poder hacer nada, se hizo de noche, la luz desapareció, y yo estaba agotado. "Menos Mal" pensé, pues tardaría en volver. Mis ojos, acostumbrados a la oscuridad de aquél lugar, podían ver perfectamente la habitación. La luz había dejado su marca, había roto parte del suelo. No tenía herramientas para repararlo, así que no pude hacer nada por ello.
Antes de que amaneciese, puse de nuevo las cortinas para que la luz no volviese a hacerme daño, amaneció y la luz no apareció.
Me sentí aliviado por un momento, pero al irse la luz que me había estado dando compañía, de nuevo estaba solo, triste, desolado.
Después de varios años, yo ya no volví a dormir, no volví a soñar, no tenía esperanza. Lloraba a diario, no tenía nada más que hacer. Fuera llovía, cada día más. El reloj de arena que había en el aire, había bajado mucho ya, le quedaba poco para quedarse sin arena. ¿Qué pasaria si se quedaba sin arena? Era algo que me preguntaba cada vez que lo veía. Tenía la sensación de que pronto lo sabría... En caso de que no me hubiese muerto antes, pues la tentación de cortarme con la hoja de cuchillo que había a mi lado me estaba llamando.


Cogí la afilada hoja, lo iba a hacer, éste era el final. Pues mis compañeros de las demás habitaciones hacía tiempo que no se oían, quizás habían hecho lo que estaba a punto de hacer yo ahora. Era posible.
Mientras me cortaba las venas, el reloj de arena bajaba cada vez más rápido.
Estaba a punto de morir, solté la cuchilla y la tiré lejos, me estaba desangrando, iba a morir, me sentí aliviado, pues todo había terminado, ya no había vuelta atrás, por fin todo iba a terminar. Justo antes de cerrar los ojos para descansar en paz, heché una última mirada al reloj de arena flotante, la arena se iba a terminar ya, apenas quedaban unos granos de arena para que se terminase. Cuando iba a caer el último grano de arena, mis ojos se cerraron y no me dejaron ver cómo caía éste último. Tenía frío, pero sabía que pronto terminaría con todo, pues iba a morir.
Una luz azul entró en mi habitación, a través de las cortinas, incluso trajo una brisa agradable que me proporcionó tranquilidad. La tranquilidad y felicidad que me había proporcionado antes otra luz, abrí mis ojos y encontré mi habitación cambiada, había una puerta, y toda la habitación era de un azul oscuro, una chica estaba a mi lado, mirándome. "¿Quién eres?" Pregunté. No hubo respuesta.
El reloj de arena estaba roto, ¿Lo había roto ella? ¿Por qué? Tenía tantas preguntas... Y ni una sola respuesta. No me podía mover, ya no sangraba, nisiquiera había sangre en el suelo, y mis heridas habían sido curadas.
Ella cogío la cuchilla y la hizo desaparecer, se acercó a mi, y me besó.
Cerré los ojos, no me lo creía, ¿Iba a vivir de nuevo? No me importaba, pues aquella chica que me estaba besando me había salvado, y me dió una segunda oportunidad.
Cuando abrí los ojos para preguntarle por qué lo había hecho, ya no estaba, sólo se veía la luz.
Me acerqué a la ventana para ver si estaba allí fuera, y sí, estaba fuera, llamándome.
Intenté abrir la ventana, y no podía, estaba cerrada, no podía romperla, ella se alejaba cada vez más y más, entonces, me giré, a punto de llorar, vi que mi puerta estaba abierta. Podía salir de aquél cuarto para buscar a la chica que, se había llevado mi soledad y mi tristeza, que me había devuelto las ganas de sonreír, que podía hacer que, yo siguiese vivo. Miré donde estaba el reloj, había vuelto a empezar de nuevo, estaba recompuesto, y la arena caía tan lenta como siempre, ¿Se había dado la vuelta? ¿Me había dado la vida otra oportunidad? Podía ser, pero ahora sólo me importaba una cosa, y era mi felicidad.
Abrí la puerta, y me fuí de allí. Abandoné toda la tristeza y todas las penas que había pasado en aquella nostálgica habitación, que de algún modo, recordaría por siempre. No importa, pues ahora, tenía que encontrarla a ella, mi felicidad.

jueves, 21 de julio de 2011

Querido Diario: El Sendero De La Vida

Querido Diario, 


Hace tiempo dejé de escribir en tí, por que estuve caminando por el sendero de la vida, siguiendo a la sabia águila que me llevó a todo tipo de lugares.


Uno de ellos era una gran pradera verde en la que no había nada, sólo se veían los pliegues de las pequeñas montañitas que se habían formado miles de años atrás, sólo había césped recién regado, muy bien cuidado, y el cielo azul con apenas nubes, se respiraba un aire puro y limpio. Pero aquél lugar me inquietaba, no había nadie, y parecía que no había pisado nadie aquél lugar por mucho tiempo. Mi vista no alcanzaba a ver el final de la enorme pradera. Entonces, el águila que se había posado sobre la única piedra blanca del lugar, volvió a volar, y yo la seguí, estuve andando durante horas esperando que el águila me llevase a un lugar diferente, pero lo único que veía eran las pequeñas montañas que se formaban en la verde tierra, sin otra compañía que el águila y el leve viento que corría por aquél lugar.


Pero entonces, vi a lo lejos el principio de un bosque, mi compañera águila siguió adelante, y yo entré en él. La perdí de vista. Me sentía inseguro, solo, abandonado. Pero escuché el sonido del agua que había en un pequeño río. Seguí hasta donde mis oídos me llevaban, y encontré un río. Seguí la corriente y llegué hasta una cascada, debajo de ésta había un pequeño lago que se había formado allí. No supe si sería suficientemente profundo como para poder caer y seguir vivo, pero vi al águila posada en una rama de un pequeño árbol que había cerca del lago, entonces supuse que si el águila quería que bajase por aquí, no podía ocurrirme nada, y así fue, caí hasta el lago y nadé hasta la orilla. El águila me había llevado a otro lugar, un bosque, un precioso bosque, en el que los pequeños rayos de sol que podían atravesar los árboles se quedaban en el lago, haciendo así que brillase a su máximo explendor. El agua estaba limpia, allí tampoco había pasado nadie en años, me atrevería a decir que no había ido nadie jamás hasta allí.
El águila se posó en mi brazo y agachó la cabeza, la acerqué al agua y comenzó a beber, una vez terminó volvió a posarse sobre la rama de antes, y yo aproveché para beber algo, ya que tenía sed, y el águila me había indicado que podía beber.
Cuando hube terminado, mi pequeña y nueva amiga volvió a volar, ésta vez fue más lenta, la seguí, y me llevó hasta un lugar del bosque en el que había un gran árbol, debería tener cientos y miles de años, estaba en medio de una laguna enorme, y hasta aquí los rayos de sol sólo llegaban a iluminar al árbol. Parecía un bosque de fantasía, no pensé que pudiese existir realmente un lugar así. El águila se posó en ese árbol gigante, y empezó a dormir, estaba atardeciendo, me quedé a la orilla del lago, pensando cómo había podido llegar a parar a tal lugar, siguiendo a un águila, un águila muy sabia, que quería enseñarme lugares que nunca antes había visto.
Me dispuse a dormir, me tumbé en el suelo, un suelo bastante acogedor, pues se sentía fresquito, no hacía calor allí, y no parecía haber ningún otro animal aparte de mi águila. Una vez anocheció, la luz de la luna reflejaba el árbol, que brillaba de verde, parecía que tuviese luz propia, me quedé observando el bosque, que parecía que había comenzado a brillar, durante una larga hora, hasta que, exhausto, me quedé dormido.

Desperté, pero no desperté en el bosque, no sé como había llegado hasta allí, pero me encontraba ya en casa, en mi cama, ¿Había sido todo un sueño? Era posible, pero todo parecía tan real... Me habría gustado quedarme más tiempo allí, con mi pequeña y nueva amiga águila. Me preguntaba si volvería a tener ese hermoso sueño, lo dudé por un momento, y miré a la ventana, pensando que podría sentir el frescor de la brisa nocturna que había tenido en aquél bosque. Entonces miré un extraño pájaro que estaba posado en el árbol que tenía en mi patio. Me fijé un poco más... ¿Un águila? Ahora ya lo entendía, era el águila que me había guiado hasta aquél lugar en mis sueños, de alguna forma lo había echo, lo había conseguido, había vuelto a hacer posible que yo volviese a soñar. Muchas gracias, amiga.

miércoles, 20 de julio de 2011

Mi Presentación.

Hola a tod@s, me presento.

Yo soy José Miguel  Castaño Ortuño, me podéis ver en  la Red Social Tuenti, o en YouTube con el nombre de mercurycordoba.

Muchos se preguntarán, ¿Por qué has echo un blog? Pues ahora responderé a ésa pregunta.
Hoy, Miércoles 20 de Julio de 2011, me he sentido nostálgico, y tras hablar con un@s amig@s, yo, por mi propia voluntad, o por la voluntad de mi corazón, he decidido hacer un blog.

¿Qué escribiré en éste blog? Personalmente, nisiquiera yo sabía qué iba a hacer con el blog, pero ahora sí que lo sé, escribiré todo lo que me pase día a día por la cabeza, mi estado emocional, mis sentimientos, anécdotas, y quizás algún anuncio Spoiler que se me ocurra crear, pero básicamente aquí estarán implantados mis sentimientos, todos mis textos van a tener un significado profundo, que será difícil de comprender para vosotros, pero yo me desahogaré escribiendo aquí.

Aviso de que, el gmail no lo utilizo demasiado, si alguien quiere contactar conmigo que lo haga desde mercury-15@hotmail.com pues mi dirección de e-mail original no la doy a personas que no conozca, lo siento.

Para finalizar, escribo unos versos que hoy mismo he creado. Gracias por leer el blog.

La reciente lluvia estaba cristalizada ya en las pequeñas plantas del extenso terreno que tenía el pico de la montaña, haciendo como si de su propia luz se tratara, resaltada por la luz de la luna llena que mostraba su esplendor esa noche. Él y Ella estaban juntos, mirando tal bello espectáculo, el tiempo se paró y ambos se miraron a los ojos. Ambos querían que ese momento no acabase, no iba a acabar, pues las doce campanadas de la catedral de la ciudad que tenían a sus pies habían comenzado a sonar. Cuando una pequeña y fresca brisa de viento del norte les acarició para que se juntasen, ya se habían dado cuenta. Parecía que el viento del destino había comenzado a soplar.

Hasta pronto~